11 dic 2013

Acerca de: LA DESTITUCIÓN DE PETRO



"Si el procurador se ha convertido en un francotirador político, espero que Bogotá se convierta en un escudo humano"

Aquí no hay literatura que valga, ni tampoco me gusta escribir dos artículos seguidos con tintes políticos, pero la tinta en mi sangre mi hierbe, me calienta y ¡Me emputa! y no es para menos, la destitución de Gustavo Petro y su inhabilitación para ejercer cargos políticos durante 15 años, es algo que debería poner a bombear los corazones de todos los ciudadanos sin importar su orientación política. Porque de no ser así, el leve latido que aun sostiene la democracia de Colombia comenzará a desvanecerse hasta olvidar lo que significa el simple derecho a elegir.


En estos tres días he visto todo tipo de reacciones en contra de la decisión del Procurador, quien vestido como un mercenario político lleva varios meses imponiendo a diestra y siniestra su propia versión de justicia. Tal como aquellos líderes fanáticos que convencidos de un poder divino “pretenden” curar de raíz los males del mundo, aunque eso conlleve a los actos más despiadados posibles. Y si bien considero que, en algunos casos, su aberrada versión de lo “correcto” ha dado en el blanco, en esta ocasión su rol de verdugo constitucional parece envenenar tanto su consciencia que ha atentado contra la voz del pueblo, en un acto fascista, retrógrado y tiránico; pero si el procurador se ha convertido en un francotirador político, espero que Bogotá se convierta en un escudo humano y que con ello, nosotros los ciudadanos de a pie, los que hoy nos enorgullece más andar a pie y no en carros blindados ni tanquetas antidisturbios, logremos darle la vuelta a la más vil y deplorable manipulación del poder “público”.  

Sin embargo, pese a las manifestaciones de toda índole en contra de lo sucedido, me preocupa mucho saber qué estamos dispuestos a hacer como ciudadanos indignados, como campesinos, indígenas, trabajadores, contribuyentes, desempleados, artistas, padres de familia, educadores y demás roles que construyen nuestra sociedad. Roles que cientos de funcionarios públicos ven por encima del hombro, hasta que les toca simular el tener que arrodillarse en periodos electorales, para luego (como siempre) acabar dándonos por el culo con sus mandatos mediocres y corruptos. ¿Qué estamos dispuestos a hacer de aquí en adelante, para que pese a nuestras diferencias ideológicas no sigan pasando cosas como estas? ¿Acaso alguien en sus cinco sentidos puede admitir que la voz de una sola persona valga más que la de miles, quienes depositaron sus votos buscando en el alcalde Petro un sentido de equidad para la ciudad? Incluso quienes votaron por otros candidatos, o los que votaron en blanco, o quienes se abstuvieron de su derecho al voto, cualquiera que haya ejercido sus derechos electorales debería sentirse menospreciado, arrastrado y humillado por figuras arrogantes como la que encarna este sistema político y las cínicas directrices  que lo sostienen.

Esté o no a favor de las acciones de un mandatario, la sola idea de usar de manera arbitraria los poderes públicos para discriminar, vetar, agredir, y destruir políticamente a alguien en el ejercicio legítimo de su investidura debería ocasionar una revolución social, una revuelta ciudadana que le enseñe a las clases dirigentes que su deber está con el país entero y No con ese circo sucio en el que han convertido los estrados judiciales, los despachos de gobierno, las cortes, oficinas y demás espacios donde ponen la bandera de Colombia como fondo decorativo y le dan la espalda a todo lo que ella misma significa.

A cambio de hablar de próceres y magnicidios, a cambio de hablar sobre la violación de los derechos humanos, de los atentados ideológicos, de la lenta y dolorosa muerte asistida en la que han puesto a la señorita Democracia en esta y en otras tantas ocasiones… a cambio de eso quiero centrarme en una pregunta un poco más honesta e ingenua  ¿Y mañana qué?

¿Y mañana qué? 

¿Dejaremos que las decisiones clasistas, déspotas y demofóbicas de algunos, nos cierren la boca? ¿Dejaremos que sean Otros los que enfrenten el problema mientras nos amansan con novenas navideñas y partidos de fútbol por televisión? ¿Dejaremos que los organismos internacionales,  los grupos armados, los gobiernos extranjeros y las mafias sean los que tomen las riendas de esta nación?... 

¿Y mañana qué?

¿Quemamos el problema con un muñeco de año viejo y la pólvora ilegal? ¿Lo envolatamos con el escándalo de algún reality hasta que lleguen las elecciones del Congreso, y nos pongamos a marcar el tarjetón como si estuviéramos jugando triqui en el recreo? Pues... Yo al igual que muchos digo NO. Un NO rotundo a la destitucion del alcalde en una investigación tan fantasiosa que parece sacada de una cuento para aterrorizar a toda una generación. Digo un NO rotundo contra la inhabilitacion de 15 años, como sí devolverle al Estado un servicio Público (que por algo debe llamarse así) fuera un "crimen" comparable con la mezquindad de la Parapolitica, la Corrupción y demás crímenes que sí deberían ser castigados con mano dura.

¿Y mañana qué? 

Mañana ya no habrá nada que hacer ¡Nada! ¡Hay que hacerlo ahora!  Hay que llenar de cartas, tutelas y demandas los corredores de los juzgados hasta que ningún juez pueda caminar sin enfrentar la injusticia cometida. Hay que firmar todas las peticiones posibles, colapsar todas las redes sociales, llenar de correos electrónicos todas las cuentas institucionales hasta que los servidores públicos entiendan la magnitud del problema. Hay que sabotear todas las encuestas electorales y las elecciones si es necesario, hasta que la desobediencia civil haga temblar cualquier estamento de poder. Hay que salir a las calles a gritar, llenar de carteles todas las paredes de la ciudad para que sea prácticamente imposible desconocer esta ignominia. Hay que desbordar las entradas de los ministerios, de las secretarías, de la presidencia misma, sin un solo acto de violencia, pero con tal fuerza colectiva que intimide cualquier intento por disolver la unión de la gente. Hay que hacer todo lo que esté al alcance para no sólo revocar esta decisión, si no también para darle la vuelta al sistema clientelista y excluyente en el que nos han metido poco a poco; creyendo que si lo hacían de esta manera no íbamos a reaccionar. 

¡Pues se jodieron!...  ¿O nos jodimos?... Porque si después de la reforma a la salud, de la reforma al sistema de pensiones, de la reforma a la justicia, de los falsos positivos, del fraude de las concesiones, de los vínculos con grupos armados, de la manipulación en los comicios, de la reforma agraria, de los inequitativos TLC, de la sobreexplotación minera, petrolífera, y agrícola, si después de todas estas imposiciones ramplonas que nos venden como salvavidas de plomo, le sumamos ésta en contra de la democracia misma y aun así no reaccionamos…  Mi pregunta de ¿Y mañana qué? Ya no tendrá sentido alguno, porque el mañana parecerá todavía más incierto cuando dejamos que pase un día como hoy sin hacer algo por él.

Infórmese! Desmándese! Grite! y Actúe! Como sea y como pueda pero hágalo hoy… ya que todos los “mañanas” que queden serán demasiado tarde.

Yo apoyo a Petro hoy y lo haré de nuevo mañana… ¿y usted?


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