26 ene 2012

Acerca de: SER UN DESPLAZADO... AQUÍ



"Colombia es un país acostumbrado a poner en el noticiero una pila de muertos al lado de la sección de farándula"
Dedicado a Laura Quiceno


Laura me había hablado de una mujer, una mujer de un millón de pasos y bastantes recorridos, una mujer de miles de esfuerzos y varios fracasos, una mujer de cientos de palabras y muchos años, una mujer de casi diez desplazamientos forzados y aun así muy pocas lágrimas. ¡Vaya mujer! Que tristeza que no sea la única...

Colombia es un país acostumbrado a poner en el noticiero una pila de muertos al lado de la sección de farándula, como si las tetas de Sofía Vergara estuvieran a la altura de una asesinato y ¡No!... Un cadáver, por su usual manera de viajar acostado, seguramente no podría verlas; entonces, nuestro problema de conducta no es una simple falta de respeto, sino de una constante falta de tacto. No queremos tocar la realidad nacional tanto como quisiéramos mandarle la mano chica del bikini sobre la playa caliente; si fuese así, percibiríamos la obvia diferencia mediática entre el sol de Pepsi y el sudor de arriero apaciguado con agua’panela . Ahora bien, cuando de vivos agónicos se trata la situación cambia de forma notoria. Para saber de ellos no es necesario encender el televisor o escuchar a Julito en las mañanas, uno los puede ver por ahí, se los cruza por ahí, los percibe por ahí y sin darse cuenta, los ignora de todas las maneras posibles.

Cuando me nombran una provincia santandereana de la cual es originaria la señora Edilia, se me viene a la cabeza un destino exótico e inútil, de tierra fértil, silencio y tranquilidad, al cual me desplazaría gustoso para depositar mis últimas ideas, tal como hizo Eduardo el nadaista huyendo San Francisco, un pueblito moribundamente feliz; sin embargo, al conocer el testimonio de Edilia entre las campañas de ONU-Mujeres, ya no puedo imaginar ese lugar más allá de un tiro en la cabeza como souvenir de mi visita. Por razones que espero usted intuya, ella no se desplazó gustosa de su casa campesina, ni de los otros 7 lugares de donde la han sacado (viva por lo menos); salió corriendo de cada uno de ellos en un intento por salvarse, dejando poco a poco la vida de los suyos atrás, varios más allá del recorrido y otros simplemente en el más allá. ¡Claro! a esta altura del partido ella seguro está a salvo, es un ícono femenino de la lucha contra la violencia reconocida por la ONU, pero ¿Y el resto?

Ser desplazado en Bogotá es la última (pero permanente) tendencia de la moda. Aquí existen programas de ayuda un poco mejor desarrollados, hay colonias, barrios y hasta redes informales de trabajo callejero para desamparados; aquí el clima es más benéfico para tirarse al suelo, estirar la mano durante las 8 horas reglamentarias, y ganar hasta $45.000 diarios; aquí escuchamos una historia de película (aunque la realidad supere la ficción) e inauguramos fundaciones, hablamos con el alcalde de turno y ¡Voilà! un nuevo comedor comunitario... en fin, la capital es el terreno propicio para llegar después de una masacre y hacer de la vida algo menos miserable. Pero, al verlo desde otra perspectiva, cuando un desplazado decide arribar a la capital, también asume el riesgo de perder su identidad, dejando atrás todo aquello que constituye su individualidad para terminar como un microorganismo más, dentro de la creciente economía parásita.

Un individuo metropolitano se viste de indiferencia desde su nacimiento, se perfuma de extravagancia para llamar la atención y entrena frente a una pantalla durante el transcurso de la noche, con tal de salir victorioso de aquella "miradera" matutina a la que dedica su recorrido en ese acuario rodante, mal llamado transmilenio, como si cada pececito fuese un embutido depredador. Pero al tratarse de un prófugo de la violencia, éste tendrá que estrellarse contra el generalizado "importaculismo" bogotano sin más refugio que revivir día a día el drama de su historia, consiguiendo renunciar de manera involuntaria a sus sueños futuros, y acabar así sobreviviendo en modo vampiro dentro del sanguinario cuenta gotas de la limosna. No solo la desgracia lo acongoja, también se aferra a ella en un acto de resignación y pereza, porque aquí no es útil ni para las estadísticas, las cuales apenas pueden verlo como un punto arrinconado entre decimales; aquí su existencia se resume en cinco minutos, uno de ellos completamente desperdiciado en obligarnos a corear su "buenos días" entre el clásico vallenato de bus. Aquí en la capital (a diferencia de un pueblo donde tarde o temprano se pondría a rehacer su vida) sus latidos se miden en monedas, su dolor tiene la longitud de una cifra con un cero a la izquierda, y su dignidad se reduce a la cantidad de certificados que ha de llevar para adquirir la membresía de desplazado oficial ante el estado.

Nosotros los anónimos, quienes a falta de nombre propio decidimos adoptar apellidos físicos como Adidas, Diesel, Blackberry etc., al vivir en una constante negación de la realidad asumimos todo lo foráneo bajo tres muy simplistas puntos de vista: Folclórico (como los lagartos que traga sin masticar) Maravilloso (como un perrito que saborea sin probar) o Trágico (como un humano que habla de lo que no sabe aunque tenga la boca llena). Muchas víctimas del desplazamiento reconocen tal comportamiento con su sagaz ingenuidad, y se apegan a él como la última de sus esperanzas. Se trepan a los buses para contar su tragedia, reciben dinero a manera de sahumerio para anestesiar su espíritu, y siendo éste un narcótico de los que vale la pena consumir, caen en la paulatina adicción de memorizar su prosa, añadiéndole exageraciones de acento y una mirada cristalizada de dolor como si fuera una joya de vulgar bisutería.

Mientras las personas desplazadas aprendían (con desgracia) a teatralizar sus vivencias; en mis viajes al Casanare y al Vichada, tuve que ver la subasta barata de sus predios abandonados, los cuales acababan en los 5 bolsillos de los mismos encorbatados de siempre. Aquellas tierras que habían sido "arrebatadas del terrorismo", no fueron reclamadas por "nadie" y tuvieron que ser "administradas" por los "mas" ¿dignos? representantes de la "democracia". Ante eso prefiero creerle al presidente Chávez mientras dice utilizar la tecnología iraní para procesar el maíz de sus arepas, y Ahmadineyad argumentando que las únicas bombas que tiene son de amor y fraternidad para los países antiimperialistas (vaya discurso, el traductor sabía de memoria la palabra Arrogancia, pero el presidente árabe nunca escuchó el término Revolución Bolivariana, ¿será que en el diccionario de sinónimos Español - Árabe, significaban lo mismo?)... Retomando, prefiero creerles a este par de arribistas personajes, que a varios de nuestros histéricos representantes de gobierno, quienes con una mano se están rasgando las vestiduras y que con la otra se cubren las más oscuras ambiciones. Aquellas tierras, al igual que las de San Luís de Antioquia o las de Montes de María en Sucre y Bolívar, seguro tienen a sus terratenientes aquí con la cara sucia de tierra (a veces real o a veces falsa); arrojados en aquel metro cuadrado sobre el puente por el que cambiaron sus fanegadas rurales...

¡Agh! Me indigné de nuevo... Voy a dejar hasta ahí porque es de todos sabido que mientras ud termina de leerme, estará pensando en el siguiente click de su vida, un hecho que para muchos es tan trascendental como para algunos desplazados conservar la dignidad, y yo por mi parte estaré salvando el país desde una tienda de cerveza como acostumbramos a hacer los colombianos; mientras en últimas los otros (muy poquitos otros), con sus helicópteros privados van desplazándose por toda la soberanía, comprando la huella geográfica de una miseria nacional que el CODHES y Acción Social por lo menos deberían medir su valor de la siguiente manera:


 


Ahh! Una cosa que olvidaba, a aquellos adeptos (desadaptados) de la literatura sin paréntesis, les digo (aunque literalmente lo estén leyendo) que bien pueden ir desalojando mi blog (con discreción por favor que también los amo) ¡Muchas Gracias! (y piruetas… e incipientes soserías para ustedes) 



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