25 mar 2012

Acerca de: EL AMOR PLATÓNICO

"El amor platónico se desintegra apenas lo consumimos y con él no solo se despide su magia, sino también nuestra autoestima".


¡L’amour, l’amour, , l’amour!... Cada vez que pienso en el amor, mi cabeza automáticamente se pone en modo licuadora y en pocos segundos, me prepara un cocktail de recuerdos femeninos listos para ser bebidos de un solo totazo. Aquel líquido de instantes raros y exóticos primero se pasea con nostalgia sobre mi paladar, luego se lanza casi ardiendo por la garganta hasta caer como un vacío dentro del estómago; todo para terminar mezclándose, de manera muy promiscua, con las ácidas despedidas, los salados remordimientos, las agridulces promesas y los amargos sueños incumplidos ... ¡¡¡Vaya trago pa' fuerte!!! ¡El amor! ¡El amor! ¡El amor!... El amor es la droga de los pobres, el negocio de los ricos y el novelón de los famosos; sin embargo, aunque revivir mis funestos enamoramientos me embriaga de una forma melancólica perfecta para escribir, la resaca de mis errores me puede más; y por ello no voy a tomar un mezclador alfabético para hablar sobre lo que padezco y mejor, me dedicaré a despotricar sobre la fe que sufrimos todos al querer hallar el elixir de la felicidad.

Platón era sociópata, un vago con alucinógenos bajo la lengua, una especie de manifestación incandescente de la pereza de los dioses, un cerebro flotante que no supo cómo anclarse a la tierra y decidió esparcir su ocio intelectual por el aire, el cual algunos todavía tenemos la osadía de respirar... En fin, Platón era un filósofo enceguecido por la idolatría, y su vida estaba encarcelada en una caverna de ideas desde la cual controlaba el universo; alguien muy similar a Petro pretendiendo gobernar 8 millones de habitantes desde los 140 barrotes enjaulados de su Twitter... y tal fue el castigo divino por su atrevimiento, que hasta la actualidad calificamos bajo su nombre todo aquello que por su naturaleza es considerado imposible... como el amor platónico.

Amar es peligroso, más aún si se es capaz de hacerlo de la cintura para arriba, pero es aún más letal si amamos una fantasía que convive atrevidamente con nuestra realidad, suplantándola con una imaginaria y muy mala comedia hollywoodense. Resulta peligroso porque mientras el amor verdadero (que igual no deja de ser en la mayoría de los casos un alter-ego de nuestra falta de autoestima) tiene por lo menos la decencia de esparcirse como mermelada sobre la piel sin empalagarla; el amor platónico nos alimenta de ausencia insípida, de inseguridad tortuosa y sonriente, de nuestra propia saliva cuando pensamos en besar al objeto de nuestra pasión inconclusa... Al enamorarnos de la nada, del frustrante deseo de querer y no tener, nos convertimos en onanistas del futuro, en placebos andantes donde las emociones no son una cura sino una enfermedad.

Tal vez esté siendo un poco agresivo al referirme al amor de juguete con tanta displicencia, más aun cuando veo a mi amada Natalie Portman en una película y se me sale una sonrisa anestesiada de tristeza, o cuando recuerdo a aquella chica de ojos azules corriendo alrededor de mi salón en sexto de bachillerato, y se me bajan los ojos entre la alegría y la nostalgia; pero siendo realistas, soñar platónicamente con la persona indicada en una historia perfecta, es como ser un minero chocuano untado de oro hasta el sudor, quien vuelve a su casa desde la mina del frente más pobre que la noche anterior... o en otras palabras, tener un amor platónico es igual a convivir con esa sensación de sentir que algo valioso te pertenece, que es tan tuyo como tu piel (negra), pero que el destino sin una razón justificada, puso a otro hijodeputa, (si es en el chocó o es paisa o extranjero) a que disfrutara de tu objeto a-dorado.

Por otra parte, deteniéndonos en este último concepto, el gran Aaaaamorrrrrr (nótese el suspiro casi matrimonial), seguro será una persona capaz de valorar tus mayores virtudes, mientras pensaría en escribirte un manual de instrucciones para usar bien el inodoro... en cambio, el amor platónico es tan solo la más romántica y vulgar reducción de un ser humano a un objeto, a un objeto emocional, intelectual o físico. A causa de ello no resulta gratuito que las muñecas inflables de mayor pedido sigan siendo Angelina Jolie o Pamela Anderson, o que un juguete sexual femenino sea bautizado como Roger o hasta Faustino (y no estoy exagerando). Eso se da porque la simbolización de nuestro deseado sujeto no solo es falsa, sino que en descaro a nosotros también nos gusta que nos mienta... Para comprobárselo le voy a sugerir una de mis frecuentes preguntas inútiles... Si no nos gustara que la imagen proyectada del amor nos engañara, entonces ¿Por qué cuando tenemos la fortuna (más bien desgracia) de conocer a un amor platónico de cerca, y este se manifiesta tal como es, sentimos que algo interior se nos rompe?... Resulta no siendo tan bonito de cerca, o tal vez parecía brillante pero terminó siendo un completo imbécil, no importa el caso, siempre tiende a decepcionarnos; y todavía es peor cuando sufrimos de un trastorno obsesivo-compulsivo por él, y preferimos mil veces justificarlo a costa de nuestra propia integridad, que aceptar la denigrante maraña de irrealidades con las cuales estimulamos nuestra ingenuidad; tal como pretendía aquella niña vendiendo su virginidad a cambio de una boleta de Justin Bieber, antes de terminar “violada” por un malparido que seguro solo se sabía canciones de los corraleros del norte.

El amor platónico se desintegra apenas lo consumimos y con él no solo se despide su magia, sino también nuestra autoestima. Quizá sean muy pocos los Devendra Banhart quienes tuvieron el placer de amanecer con la señorita Portman, mientras millones de anónimos pagamos tiquete de cine para verla bailar en su tutú blanco; sin embargo pese a ello, muchos seguimos creyendo que algún día la veremos pasar por la calle, ella se acercará a pedirnos una dirección y acabaremos en la puerta de su apartamento, deshaciéndonos de la ropa esclavizante y fundiéndonos entre sus besos libertarios.

¡Ayayayayyyyyyy amor platónico! Si ya sabía lo falso que eres ¿Por qué seguía yendo una vez al año al mismo bar, siempre el mismo día, donde vi alguna vez a esa chica de miradas azules de mi niñez, y fui incapaz de hablarle? ¿Acaso presentía muy en el fondo que si mi curiosidad rompía el misterio, (como el destino me obligó a hacerlo en una grabación) ella terminaría siendo una aburrida manicurista de RCN con ínfulas de estrella de cine?


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1 comentario:

  1. Sabes qué fue lo peor que oí de ese amor? ¨Jotica¨ (Jota Mario Valencia) mi amor, te amo. Mujer frente a tv viendo muy buenos dias.

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